21 de marzo de 2013

La familia crece

¡Hola! Somos Bambú y Sansi. Vivíamos felices en un piso de Madrid hasta que hace unos días nuestros papás nos dijeron: "Dentro de poco van a venir nuevos compis, tenéis que portaros como unos campeones, cuidar mucho de ellos y compartir los juguetes. ¡Que sois los anfitriones!".



Se acabó la tranquilidad
Nosotros, que estamos todo el día juntos, aún no tenemos muy claro que nos vaya a gustar eso de tener okupas en casa... Pero nos dicen que somos unos buenazos así que al final seguro que nos vamos a llevar todos genial.

¡Vamos a presentarnos!

BAMBÚ
De pequeña era una ratilla
Tengo casi un añito y cuando me recogieron era una pelotilla de pelo encontrada en la calle, todo cabeza, ojos y legañas, ¡pesaba 200 gramos y tenía casi 2 meses! Mis papás se pasaron arrastrando los pies un mes porque no me querían pisar.
Ahora soy una gata grande y a todo el mundo se le cae la baba cuando me ve. Me encanta jugar con palos, restregarme por la alfombra de pelito y tirar las bolas del árbol de Navidad.
Soy una mimosa ronroneadora pero tengo un carácter "muy mío", cuando quiera te voy a chupar el dedo gordo como si fuese un bibi y cuando quiera estar tranquila y te acerques, te apartaré con las patas de atrás. Siempre estoy  tumbada en el respaldo del sofá cerca de la pantalla del ordenador de papá. Le vigilo cuando juega y si veo que le van a matar, salto al teclado y me pongo en medio de la pantalla para evitarlo (y si le matan, encima tiene la poca decencia de echarme la culpa a mí).


SANSI
Siempre meto la pata donde no me llaman
Dicen mis papis que cuando me recogieron yo era una chica, una Princesita delicada a la que venía como anillo al dedo el nombre de Sansa. Luego me salieron las pelotillas, y me volví un gañán. Ahora soy el Príncipe Gañán, un payaso de primera, y me dedico a ronronearte, a poner caras y posturas raras y a tirarme encima de tus pies para que me cojas en brazos y me achuches. Mis papás se dedican a hacerme pedorretas y usarme de mopa, y a mí me encanta y ronroneo más fuerte. Lo que más me gusta es meterme en cajas y sitios raros, aunque desde que me rompí el dedo y me abollé el rabito voy con más cuidado (o eso les hago pensar). Si quiero descansar, subo a las rodillas de mami hasta que se le duermen las piernas.
Por si fuese poco, decidieron que no me podía seguir llamando Sansa, y en un arrebato de originalidad ahora me llaman Sansi, Sansón, Sancho, Sansus... y cuando se enfadan conmigo, desde que me esterilizaron me llaman Varis (dicen no se qué de un eunuco de unos libros...)

Como podéis ver, estábamos los dos tan agustito, tranquilitos, creciendo juntos... ¿Por qué tienen que venir ahora estos a meter extraños en casa? Dice mamá que hay gatitos que no tienen tanta suerte y que están en la perrera que es un sitio frío y feo, o que han tenido unos papis malos que les han dejado en la calle, con el miedo que da eso. Otros no han tenido la suerte de estar nunca en casa calentitos. Y que como en casa tenemos un hueco, vamos a ayudar a que alguno de estos gatos tenga una familia temporalmente mientras les buscan un hogar para siempre, donde les quieran mucho, les dejen jugar con cajas y les compren latitas de comida.

Aquí os iremos contando cómo va eso de ser casa de acogida, y os presentaremos a los amiguitos que pasen por casa.

¡Restregones y ronroneos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario